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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las características de una especie peculiar


Homo sapiens es un ser fundamentalmente subjetivo. Vive tratando de convencerse a sí mismo de que no lo es, al crear conceptos como “ciencia” y “objetividad”; sólo para darse cuenta, al final, de que nunca logra escapar totalmente de sus sentimientos y percepciones personales.

Ha logrado cosas que muchos otros, similares a él, no han podido hacer: camina sobre sus dos patas traseras con su espalda recta, crea herramientas que, más allá de asegurar su supervivencia, le permiten mejorar su forma de vida, crea diversos medios para comunicarse (incomprensibles para él mismo en ocasiones) y, la más importante de las características de este peculiar ser, su curiosidad no tiene límites. Para Homo sapiens siempre existe un qué, un quién, un cuándo, un cómo, un dónde y un por qué. Estos elementos, siempre presentes en su desarrollado cerebro, son los componentes principales de ese fenómeno imposible al que, él, ha llamado objetividad.

Este animal, perteneciente a la familia de los primates, es un tetrápodo que utiliza sus extremidades posteriores para su locomoción y las anteriores para realizar todas esas actividades que le han diferenciado, tan significativamente del resto de los animales; estas actividades han sido lo que ha permitido el desarrollo de lo que él llama inteligencia. Su tronco encierra sus órganos vitales, los que él ha maltratado despiadadamente al desarrollar otro fenómeno utópico al que él denomina “civilización”, contaminándolos con sustancias ajenas a su funcionamiento normal (tales como las drogas), o descuidando su nutrición y la realización de actividad física. Las hembras de esta especie son, generalmente, más pequeñas que los machos, alcanzando, las primeras, alturas promedio comprendidas entre los 160 y los 170 centímetros y los segundos, alturas entre los 170 y los 180 centímetros. Se diferencian a simple cuando desarrollan sus características sexuales secundarias; esto ocurre a lo largo de un período llamado pubertad, que comienza, generalmente, entre los 11 y los 13 años de vida y termina entre los 15 y los 17 años en las hembras y entre los 17 y los 19 años en los machos. A partir de esta etapa de sus vidas, los individuos de esta especie son capaces de reproducirse hasta que alcanzan edades comprendidas entre los 40 y los 60 años de vida.
"¡Dejen de seguirme, fenómenos!"

Es una especie muy joven. El tiempo que tiene en el planeta tierra no pasa de los 2 millones de años; empero, ha sobrevivido a muchos cambios de dicho planeta, tanto naturales como aquellos generados por sí mismo (a estos los llama artificiales). Esa es, probablemente, su característica más fascinante: la capacidad que tiene para sobrevivir. Desafortunadamente, esta supervivencia ha dependido en demasiadas ocasiones de la destrucción de otras especies y el ecosistema; de hecho, Homo sapiens es la única especie que daña su entorno, siendo consciente de ello.
Él expresa sus sentimientos, emociones y pensamientos mediante formas que, para cualquiera que viniera de otro planeta, serían muy extrañas. Tiene el arte, entre otras cosas, para lograr este fin: pinta, escribe, organiza sonidos melodiosamente, se para en una tarima y finge ser quien no es por unos instantes. Ahí, es consciente de su parte subjetiva, y deja que esta se exprese en su totalidad. Cuando quiere ser objetivo, filosofa, calcula, observa, indaga, experimenta, infiere y genera un conflicto consigo mismo al tratar de escapar de sus sentimientos, siempre latentes.
Le faltan muchas cosas por aprender y le faltan muchos reconocimientos por hacerse a sí mismo. Su consciencia sobre la realidad será, por siempre, parcial, ya que no puede saberlo todo. La veracidad de los conocimientos que tenemos sobre él es incierta, ya que hasta el día de hoy, el único ser que ha escrito algo acerca de su comportamiento y características, es él mismo.

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